Dedicado a: Yocelin
Introducción.
No existimos como seres objetivos de nuestros presentes, sino que nos interpretamos a través del tiempo —como una narrativa— y a través de la comparación con otras personas. Nuestros pasados, presentes y futuros pueden cambiar de forma literal al experimentar o ejercer un cambio en nuestras narrativas.
Carol S. Dweck probó mediante una serie de experimentos como simplemente cambiando nuestra mentalidad podemos generar mayor resiliencia y por ende mejorar asi tambien nuestro desempeño academico, nuestras relaciones sociales y reducir la incidencia de violencia y victimización.
Este fenómeno fue declarado explícitamente cientos de veces durante nuestra historia, encontrando raíces en muy diversas locaciones geográficas y escuelas del pensamiento.
Si crees que puedes, así como cuando no, tienes razón.
—Henry Ford
Nuestra mentalidad tiene serias y reales implicaciones en la forma en que nos comportamos en la vida real ya que esta afecta directamente a nuestra narrativa.
Una historia puede ser contada e interpretada de muchas maneras aun manteniendo todos sus detalles iguales. Nuestros problemas pueden ser tanto pruebas de nuestra incapacidad de cambiar así como ser oportunidades para ejercitar nuestras habilidades.
Es en nuestra interpretación que las cosas cambian. Así como la risa y el llanto son capaces de presentarse al mismo tiempo a pesar de su naturaleza opuesta —una sirve para reconfortar mientras otra para disfrutar— nosotros también podemos a aprender a ver nuestra vida como una mezcla interpuesta entre la mentira y la verdad.
Esto no significa que nuestra realidad sea susceptible completamente de nuestra interpretación subjetiva. Sin importar cuanto manifestemos algo en nuestra imaginación esta no va a aparecer mágicamente en nuestra realidad, aun cuando nuestro deseo vaya directamente a dios.
Quizás no es razonable pedirle a dios que rompa las leyes de la física cada vez que caemos al borde del camino o cuando cometemos un serio error
—Jordan Peterson
Nuestro mundo “real” no existe. Nuestros sentidos recaban información del mundo exterior y nuestro cerebro los interpreta; el sonido, los colores, el sabor, el gusto y tacto no son nada más que el resultado de dicho proceso.
Alucinamos nuestro mundo para que este exista. Lo que llamamos percepción en realidad no difiere de las alucinaciones, excepto que estas últimas no son causadas por estímulos externos…
— David Eagleman
De ser completamente dependientes de nuestros receptores de información —orejas, lengua, piel, ojos o nariz— sería imposible que existieran personas como Kevin Jones quien gracias a un dispositivo desarrollado por la compañía estadounidense WICAB pudo solventar su ceguera mediante estímulos en su lengua o el batman humano Daniel Kish quien puede actuar como una persona competente mediante la ecolocalización, una habilidad que enseña a niños mediante talleres.
Esta interpretación de la realidad también depende en gran medida de nuestras hormonas. Siendo el cortisol, —conocida normalmente como hormona del estrés— la adrenalina o la testosterona.
La mentira.
Una mentira es, de la forma más fundamental, algo que se sabe con certeza que es falso pero se comunica como una verdad.
Como argumenta Daniel Gilbert en su artículo “Cómo creen los sistemas mentales” el proceso para comprender un concepto va acompañado siempre de su aceptación. Psicológicamente nuestra comprensión del mundo asume su validez como idea —que es diferente a asumir su veracidad.
Cuando se acepta la validez de una idea, a pesar de que esta sea absurda — como un cuadrado que es a la vez un círculo— abre las puertas a que esta pueda ser considerada como verdad. Como dijo el propragandista nazi Joseph Goebbels «Repite una mentira con suficiente frecuencia y se convierte en verdad.”
Si toda tu vida te han dicho que eres un inutil, una mala influencia, un problema o que no tienes esperanza es natural sentirse así pero no por eso estamos forzados a interiorizar estas ideas.
Para poder cambiar nuestra interpretación de estos hechos debemos pasar primero por una etapa de inaceptación, en la cual la duda florece para buscar respuestas alternativas para explicar la susodicha información.
El problema es que dudar es un estado muy incómodo para nuestro cerebro, —tanto en el sentido fisiológico como en el psicológico— por eso, cuando creemos algo es normal pensar en cómo queremos evitar el hastío de cambiar nuestro pensamiento. Esto no se limita simplemente a las personas “estúpidas” sino que pasa —y es particularmente común— incluso a las personas más competentes del planeta.
Para dar unos ejemplos claros:
- Einstein rechazó la idea de la cuántica con su famosa frase “dios no juega a los dados”.
- Fred Hoyle, físico que ayudó a entender la formación de los elementos, rechazó la idea del big bang.
- Dmitri Mendeleev, principal aportador a la tabla periódica —además de Lothar Mayer— rechazó los electrones y la radioactividad.
Sin embargo es necesario sobrepasar esta incomodidad para poder vivir vidas en las cuales nuestras acciones y pensamientos están más encaminados a una causalidad más realista.
Por paradójico que pueda sonar tener una creencia profunda y religiosa en convertir nuestras narrativas heredadas a una búsqueda sistemática y rigurosa de la verdad puede ser justamente la mejor arma a la tan atemorizante —pero reconfortante— fe ciega.
Nada tiene tanto poder para ampliar la mente como la capacidad de investigar sistemática y verdaderamente todo lo que está bajo tu observación.
—Marco Aurelio
Este cambio a pesar de ser profundo no debe ser radical pues es muy abrumador. Enfocarse en percibir de forma más realista las interpretaciones que más influyen en nuestra vida nos proporciona el 80% de resultados con el 20% de esfuerzo.
¿Por qué deberíamos huir de la mentira? la respuesta es simple: Las mentiras corrompen precisamente nuestra narrativa. Tal como un virus, la mentira se propaga hasta alcanzar los puntos más profundos de nuestra consciencia e inconsciencia tanto individual como colectiva, haciéndonos actuar a su vez en contra de nuestras mejores intenciones y deseos.
Puede parecer una exageración pero tanto el aceptar como el propagar una mentira pueden ser causas directas de grandes catástrofes; verdaderas atrocidades morales. La historia nos ha demostrado las crudas consecuencias: Las mentiras matan por montones
La más grande catástrofe humanitaria fue al menos parcialmente causada por la teoría conspirativa de Matvei Golovinski quien fabricó los “Protocolos de los sabios de Sion”, un texto ficticio donde se detallaron los procesos y planes de los judios para la dominacion mundial.
A pesar de haber sido desmentido durante una etapa temprana, su distribución de igual forma fue usado por los nazis para distribuir hasta 23 diferentes versiones del mismo para apoyar al movimiento antisemitista.
Henry Ford, quien fue citado en la introducción de este post, contribuyó también a este movimiento antisemitista. Es entonces que llegó a pensar en que Henry Ford más bien buscaba decir “Si crees algo, así como cuando no, tienes razón”.
Esto es lo que pasa cuando las mentiras se vuelven nuestras creencias; nos volvemos asesinos de personas totalmente ajenas a nosotros así como también —quizás más preocupadamente— de nuestros aliados, amigos y familia.
Tal es el caso de los kulaks. Estos eran una clase social caracterizada por poseer más de 8 acres de tierra —eran tanto terratenientes como granjeros. Ante la ideología binaria comunista de la lucha de clases sociales —quien posee más oprime al que posee menos— más de 30,000 kulaks fueron trasladados a Serbia para ser desnudados, golpeados y forzados a cavar sus propias tumbas, las mujeres fueron violadas.
Gracias a la ausencia de estos granjeros más de 6 millones de personas murieron de hambre en Ucrania, la que era la principal proveedora de comida en la Unión Soviética en 1930.
Bajo el mandato de Stalin más de 3 millones de Kulaks murieron durante los primeros años de la misma década. La URSS no era solo una enorme potencia mundial partícipe de la guerra sino también era un país empobrecido y constante conflictos internos que sufrió gravemente gracias a una proliferación continua de mentiras y abusos de poder.
La verdad.
Una de las grandes problemáticas al enfrentarse a las mentiras es que muchas veces estas pueden ser enmascaradas como verdad si el autor de las ideas es lo suficientemente astuto.
Tal era el modus operandi de los sofistas, un grupo filosófico de la antigua Grecia, los cuales buscaban ganar argumentos mediante el uso de la retórica y trucos verbales, convirtiendo así la discusión y el argumento en una búsqueda estética más que una lógica; un concurso de belleza.
Aristoteles sin embargo decidió fundamentar la base de la verdad en bases más sólidas. Los seguidores del susodicho—los peripatéticos— unieron los tratados de su maestro en un libro llamado Organon—o instrumento de la ciencia. En este libro se detallaron diversos axiomas y nuevo vocabulario para denotar cómo es posible inferir conclusiones válidas a partir de hechos comúnmente aceptados.
Gottfried Wilhelm Leibniz, Leonhard Euler, John Venn e Isaac Newton construyeron sobre los mismos principios que sustentaron a Aristoteles en el desarrollo de la lógica. La creencia fundamental de estas personas es que mediante la razón y la lógica se podría llegar finalmente a la verdad.
El problema es que es sumamente difícil conseguir premisas de calidad en nuestra vida cotidiana. Por más que intentemos somos incapaces de trascender nuestra interpretación subjetiva.
Es por esto que es tan común tener creencias tan irracionales en un mundo con tanta información. Por que el proceso de inferencia sea correcto no significa que la conclusión sea correcta.
Incluso con los métodos más rigurosos una inferencia es falsa si las premisas son falsas. Una mala materia prima produce un mal resultado incluso cuando el proceso es perfecto; una verdad no puede surgir jamás de la mentira, ni siquiera por casualidad.
La verdad, así como su definición son sumamente escurridizas. Es literalmente imposible de conseguir. La ciencia abandona deliberadamente esta lucha —por esto su gran éxito— y decide concentrarse mejor en la falsificación —el probar que algo es mentira.
Un buen científico no te hablará en términos de hechos, sino en la confianza de que algo sea verdad. Cuando una hipótesis —una explicación de por que pasa algo— soporta el testeo riguroso de la ciencia está a su vez aumenta mas y mas su fuerza, sin embargo nunca es ascendida ni consolidada como verdad.
Ninguna cantidad de experimentación puede demostrar que estoy en lo cierto; un solo experimento puede demostrar que estoy equivocado.
—Albert Einstein
En nuestra vida cotidiana si bien expresarse en términos científicos es tedioso y contraproducente pensar de esta manera no lo es. Cuando aceptamos que no podemos poseer la verdad a su vez también reconocemos que los demás tampoco pueden, o como dijo Marco Aurelio “Todo lo que escuchamos es una opinión, no un hecho. Todo lo que vemos es una perspectiva, no es la verdad.”
La evidencia.
Ya que las opiniones y hechos de las demás personas no pueden considerarse como evidencia de alta calidad debemos recurrir a la información o datos—que puede definirse como la información que es asumida como un hecho. Los datos pueden ser usados para describir cualquier cosa, incluso tu persona.
Entre más rigurosa sea la obtención de estos datos mejor, sin embargo en nuestra vida diaria —con las ya mencionadas limitaciones— podemos mejorar la calidad de nuestra experiencia simplemente al dejar de moralizar; nada es bueno o malo, solamente es.
No existen principios, solo eventos. No existe bien o mal, solo existen las circunstancias…
― Honoré de Balzac
Busca con mucho detenimiento y concentración la información que consumes. De ser posible acude a instrumentos objetivos que certifiquen la información. En su ausencia busca a personas que hayan recaudado, analizado e interpretado susodichos datos.
Una vez que tengas algo de información para fundamentar tus pensamientos continua con tu experiencia personal. Reconoce a la mentira como una hija directa de la humanidad y acepta radicalmente su naturaleza engañosa.
Piensa en las causas que pudieron llevar a una persona a decir lo que dice, a emanar los gestos de su cuerpo o modificar las palabras de su mensaje. Los datos más objetivos de las personas no son sus palabras, sino sus acciones.
Separa tu ego del proceso lo más que puedas, pues va a entorpecer el proceso al sentirse profundamente afectado por cualquier cosa que pase. Toma la mayor distancia que puedas del problema y visualiza a la persona como un acertijo que tiene que ser descifrado.
Ahunda profundo, no seas engañado por el descubrimiento de emociones superficiales como la envidia, el odio, la búsqueda de poder o la venganza pues estas son impulsos instintivos que se presentan de forma natural —no por eso significa que los manifiesten explícitamente— en todas las personas.
Busca en su lugar una causa. Muchas veces estos impulsos pueden ser atados por un hilo a una experiencia que dejó un hábito, estrategia o respuesta grabada en la persona en la búsqueda para protegerse de otros eventos traumáticos.
El ser excesivamente estricto puede estar relacionado con una culpa latente de insuficiencia, la crítica severa puede ser causada por una inseguridad personal o la búsqueda de protección puede ser un mecanismo para evitar a otras personas pasar por el sufrimiento que uno vivió.
Estas respuestas por extrañas o contraproducentes que puedan parecer siempre tienen una razón. Estos hábitos son soluciones para nuestras problemáticas habituales. Estos son impulsados cuando el cerebro reconoce una señal que procede a generar una necesidad de actuar para así poder obtener alguna recompensa —tanto la obtención de algo positivo como la eliminación de algo negativo.
Cuando identificamos el comportamiento de esta señal tenemos muchisimo mas control sobre su respuesta. Si nos damos cuenta que la agresividad que recibimos está basada en causas que exceden nuestra influencia es más sencillo empatizar tanto con nosotros como con las otras personas. Un insulto de un inseguro es algo natural, no un problema que nos pertenezca o con el que debamos lidiar.
Tenemos la posibilidad de incluso cambiar la rutina. Si la señal de la persona se basa en la forma en que nos expresamos puede ser que un ligero cambio de palabras o acciones termine con el problema desde la raíz.
Este proceso es el mismo cuando quieres desarraigar las mentiras que te cuentas a ti mismo. El uso de un diario es excelente para este ejercicio. El poder descargar tus palabras en el papel te permite verte desde afuera, como un extraño; una perspectiva que es menos vulnerable a la influencia de las emociones.
Conclusión.
Durante muchas ocasiones la información que recibimos de nuestros semejantes se basan en mentiras. Las causas, métodos y consecuencias varían en un mar tan variopinto y complejo como la persona que las formula. Si queremos vivir en conexión profunda —o simplemente dejar de sufrir— con nuestras vidas debemos estar en una constante búsqueda de la verdad.
A pesar de que nunca podremos alcanzarla, debemos actuar como si pudiéramos. Apuntar a la luna nos llevará a las estrellas. Adora a la diosa de la sabiduría Atenea, camina con ella y deja que la razón y la evidencia guíen tu camino.
Abandona aquellas mentiras que te hacen sentir débil, avergonzado y tóxico. Reconoce tu naturaleza como un ser complejo con ejemplos tanto de blanco como de negro y su abrumante colección de gris. Ten algo de compasión con tus tropiezos y usa tus éxitos no para aumentar tu arrogancia y mantener una ilusión de superioridad sino para recordar de lo que eres capaz.
Date el beneficio de la duda. Busca algo que te hayan dicho y tal como un científico formula una hipótesis y testeala rigurosamente mediante la mayor cantidad y calidad de evidencia que puedas recabar.
Te invito que escribas en los comentarios ¿Que mentira te han o has contado que te haya esclavizado en una ilusión?.
Personalmente la mentira más grande que me han contado durante toda mi vida es que existen personas que saben cómo vivir. No sabes como lo hacen, solo sabes que pueden.
Si te gusto mi articulo y quieres evitar que muera de hambre puedes apoyarme en mi patreon.
Sin nada más que decir, me despido.
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