Dedicado a: Valeria y Sebastián.
Introducción.
Vernos obligados a ser separados de las personas que amamos quema como el infierno, pero tener que sacarlas nosotros solos no se queda atrás.
A veces tenemos que convivir con personas que no son buenas para nosotros. Pasamos demasiado tiempo tratando de elaborar una razón por la cual son, a menudo sin nada más que engaños que revelan nuestra falta de claridad.
Hay un límite de cuánto puedes cambiar por ellos así como cuánto cambio puedes esperar de ellos. Esto no significa que debamos mantenerlos cerca; es más justo y más sabio para ambos el decidir cuando debemos crear distancia.
Eliminar nuestras malas relaciones es tan importante como construir buenas relaciones. Sabiendo claramente cuál escoger podemos concentrar de mejor forma nuestro tiempo y energía en las que realmente importan.
¿Cómo saber en cuáles invertir? Sigue leyendo.
Parte I – Lucha.
Toda relación tendrá problemas. La falacia de ser felices para siempre, —la creencia de que solo necesitamos encontrar a la persona adecuada para nosotros y luego todo marchará sin problemas— es solo eso, una falacia; una mentira.
No hay una manera de evitar completamente la fricción. Somos seres humanos y eso significa que somos irracionales, egoístas, perezosos y vengativos. Todos a los que amas harán algo que te lastimará al menos una vez, no porque lo quieran, sino porque no saben cómo evitarlo. No eres responsable de su comportamiento, aunque lo tomaras, la única capacidad de cambio del individuo es a través de sí mismo.
Esta fricción es causada por haber sido incorrectamente socializado. Cuando no aprendemos formas efectivas de interactuar desde nuestra infancia, se vuelve muy difícil tener relaciones, aun sin ser buenas.
Si bien la socialización inadecuada es frustrante, la cura es, de hecho, una lucha universal: todos tenemos puntos ciegos y todos necesitamos trabajar en nuestra comunicación. Nuestra necesidad de ser socialmente más sofisticados —apropiadamente complejo es sinónimo de ello— es un trabajo en progreso para todos.
¿Por qué necesitamos ser correctamente socializados? Porque la socialización permite la resiliencia individual —la capacidad de resistir frente al desafío— y por lo tanto causa la mejora de nuestra vida privada y comunitaria; hace todo mejor.
Las personas son parte del proceso, no puedes mejorar tu comportamiento interpersonal a menos que realmente interactúes con alguien más y, como ya se mencionó, la fricción no se puede evitar, solo se puede reducir.
Los seres imperfectos tomarán decisiones imperfectas y tendrán ideas imperfectas, y eso conducirá inevitablemente a desafíos que deben superarse. Si ignoras el problema, este se hará más grande y más difícil de tratar.
Una vez que inicia esta fricción, solo tenemos 4 posibilidades para elegir:
- Recurres a lo familiar. Si la relación ha durado lo suficiente, tendrá rutinas —hábitos comunes— que utilizarás en respuesta a los problemas. Si bien estos son confiables —hacen el trabajo— a su vez es muy fácil que estos sean irracionales.
- Dominas. No escuchas lo que dice tu contraparte y aseguras tu control sobre él mediante la manipulación o la agresión.
- Te rindes. No te escuchas a ti mismo. Haces todo lo que sea posible para reducir la probabilidad de que seas separado de tu contraparte.
- Negocias. Intentas escuchar tanto como puedas a tu contraparte así como a ti mismo para buscando una solución que pueda satisfacer los deseos de ambos. Buscas una intersección que parezca justa pero también sostenible.
La primera opción es solo una rutina, lo que significa que a menudo tiene sus raíces en la manipulación, la agresión o la indiferencia.
Ambos, rendirse y dominar son vicios que inevitablemente conducirán a relaciones disfuncionales. Eliminando los primeros 3, solo nos queda el último como estrategia general: la negociación.
Cuando ocurre una negociación, implícitamente se prueban dos cosas:
- Ambas partes tienen un interés mutuo. Anhelan lo que el otro puede ofrecer, por lo que su relación está limitada por el valor mutuo.
- Ambas partes se respetan mutuamente. Se ven a sí mismos como personas competentes que pueden y deben tomar sus propias decisiones, saber qué es mejor para ellos, defender sus posiciones así como ser capaces de intercambiar.
El intercambio de valor es esencial. Cuando una parte da y la otra no, la relación también es disfuncional, ya que la única base es el interés, cualquier cosa puede hacer que se desmorone.
Las negociaciones necesitan una base sólida, de lo contrario, no hay nada que pueda sostener el interés, —el deseo de estar juntos— el consentimiento, —el permiso para que sus compromisos sucedan— el compromiso —la promesa de intercambio de valor— y el tradeo—el intercambio final de valor.
Después de una negociación exitosa en cada uno de esos pasos, hemos formado un contrato social y, como todo contrato, implícitamente requiere que todas las personas que forman parte de él tengan obligaciones, privilegios y libertad, de los cuales debe existir un equilibrio.
El contrato debe ser justo o no durará mucho, por lo tanto, lo mejor para ambos es que estas tres partes sean claras. Si bien en nuestras familias existe una fuerte jerarquía, —los padres suelen ser los líderes— en las relaciones más niveladas, como la amistad o las conexiones románticas/sexuales, tienes la oportunidad de diseñarlas según tus deseos y necesidades.
Alguien que puede cumplir constantemente sus promesas es alguien que vale la pena conservar de la misma manera que se espera que seamos conservados cuando cumplimos las nuestras.
Parte II – Cuidado y lealtad.
La expectativa de ser cuidado y protegido puede etiquetarse como la expectativa de lealtad.
Cuando comenzamos cualquier relación, existe al menos una vaga expectativa de cuánto tiempo va a durar la relación. Mientras más buenos términos y ayuda traten de brindarse, generalmente, más se espera que dure la relación.
Si bien podemos ser amables con un extraño al que nunca más volveremos a encontrar, naturalmente le damos mayor prioridad a ayudar y cuidar a las personas que nos importan.
En otras palabras, cuando alguien realmente se preocupa por nosotros, tiene evidencia. Si alguien te dice que le importas, pero no ha mostrado ninguna señal de interés, simplemente te está engañando.
Si bien notar cómo decir exactamente cómo se expresa el cariño puede ser complejo —ya que cada uno tiene su propia forma única de mostrarlo— puedes comenzar haciéndote estas preguntas —que están basadas en el libro “Los 5 lenguajes del amor”.
¿Él/ella/ellos…
- ¿Muestra formas claras de afecto físico, como abrazos o besos?
- ¿Dice la verdad y trata de motivarte con sus palabras?
- ¿Resguarda tiempo para una interacción de calidad contigo?
- ¿Te ayuda con tus problemas o usa su tiempo para mostrar aprecio?
- ¿Te entrega regalos como una forma de gesto?
Si no has respondido “si” a ninguna de las preguntas, es seguro asumir que él/ella/ellos no se preocupan por usted. Si dijo que sí pero también siente manipulación o falta de sinceridad, el cuidado de su contraparte podría estar infectado con inseguridad y dependencia.
Depende de ti decidir si estas manchas son lo suficientemente graves como para justificar la separación, solo ten en cuenta que todos tienen al menos algunas de ellas y que el no poder convivir con las imperfecciones de otras personas también es motivo para romper la relación con alguien, incluso si esta intolerancia viene de nosotros.
Si bien esta publicación se enfoca en saber cómo identificar a las personas que son malas para nosotros, es importante reflexionar si estamos demostrando que no somos malos para otras personas también. Si vamos a exigir lealtad, también debemos darla nosotros.
Y si bien la muestra de cariño es importante, la constancia en sus gestos es esencial. Las personas que retiran su apoyo o su presencia sin una razón justificada para hacerlo, no son deseables.
Cualquiera puede prometerte darte el mundo, pero son muy pocos los que están dispuestos a compartir su mundo contigo. Si bien las muestras de afecto varían su regularidad entre los diferentes tipos de relación, —el amor romántico no puede sobrevivir a la distancia mientras que la amistad y la familia sí— no es tan importante la presencia absoluta de ellos, sino la proporción relativa a sus interacciones totales.
Esto significa que cuanto más afecto y cuidado puedan mostrar por cada interacción, importa. Alguien que te ayuda 100 veces pero te rechaza 1000 podría no ser tan deseable como alguien que te ayuda 9 de cada 10 veces.
Esto también significa que esta persona no debería, bajo ningún concepto, traicionarte. La traición es una advertencia que siempre debes considerar lo suficientemente justificable como para romper la relación, ya que es una clara señal de deslealtad.
Deberías valorar la lealtad como un principio, porque una vez que te encuentres vulnerable y necesitado, vas a agradecer el tener relaciones confiables para ayudarte.
La lealtad es literalmente una cuestión de vida o muerte.
Parte III – Intuición vs Impulso.
Nuestra intuición, a menudo considerada como una trampa, otras veces como una bendición, en realidad obtiene su valor de la cantidad de veces que realizamos una actividad. Asumiendo que eres promedio en extroversión —te gusta socializar de vez en cuando— tendrás mucha experiencia interactuando con personas.
Esto significa que seguir tu intuición puede ser una respuesta legítima a la hora de decidir si deberías quedarte con alguien o no. Nuestra intuición opera en el nivel más profundo y oscuro de nuestro subconsciente. Los pensamientos de esta capa subyacente son suficientes para actuar incluso cuando no podemos articular completamente una explicación verbal.
No obstante, es importante distinguir el impulso de la intuición:
- El impulso es un hábito. Es lo primero que te viene a la cabeza y que probablemente llevas mucho tiempo haciendo.
- La intuición es un sentimiento. Te llega cuando estás decidiendo qué camino tomar.
Nuestra intuición es el soporte sutil de nuestra mente inconsciente a nuestra mente consciente, por lo tanto, solo la sentirás cuando estés buscando respuestas explícitamente. Si nunca consideraste la posibilidad de tener diferentes respuestas entonces será tu impulso el que actúa, provocando una respuesta que efectivamente está fuera de tu control.
Es posible que tu intuición no siempre sea la correcta, pero es algo que se puede mejorar con el tiempo a medida que aprendes y experimentas más, por lo que, incluso si cometes un error, puede ser recomendable usar tu intuición en tareas de bajo riesgo y altamente repetitivas.
Como la mayoría —altamente repetitiva— de las personas que conoces en tu vida no serán personas con las que formar vínculos cercanos, —personas con las que te ves, interactúas o piensas semanalmente— a menudo podrás pedir perdón en caso de que algo salga mal. —riesgo bajo— creo que la intuición puede ser muy aplicable para decidir si vas a crear distancia con alguien o no.
Parte IV – Esperanza y confianza.
En este post he hablado principalmente de relaciones ya formadas, pero como yo mismo he sido un pecador, quiero aclarar explícitamente que las estrategias para denotar una buena relación no son las mismas en las relaciones formadas que en las emergentes.
Esto se debe principalmente a que en una relación establecida se tiene evidencia de cómo se comporta la otra persona y cómo te trata. Por otra parte, al comienzo de una relación, no conocemos a la otra persona lo suficiente como para tomar una decisión razonada.
Lo que esto significa es que si bien no existe la obligación de interactuar o formar lazos con cada nueva persona que llega a tu vida, es muy peligroso y perjudicial para ti asumir que puedes juzgar si una persona es o no un buen candidato para ti desde el principio.
Si bien estar mal con alguien en una relación casi siempre puede corregirse con un posterior distanciamiento, es posible que nunca sepas cuántas excelentes personas has dejado atrás gracias a tus prejuicios.
Lo que esto significa es que al comienzo de cualquier proyecto a largo plazo —especialmente aquellos en los que las recompensas no son inmediatamente obvias— debes visualizar todas las recompensas potenciales cuando las dudas se vuelven demasiado grandes, para así contrarrestar la incertidumbre.
Esta visualización es lo que conocemos como esperanza. ¿Por qué debemos tener esperanza? Porque no tenerla no es ser neutral, es ser desesperanzado, y cuando se está desesperanzado, no hay incentivo para mantener nuestros esfuerzos; nos rendiremos antes de obtener la recompensa o la experiencia.
Si bien en algunas cosas —como el fitness— tienes la garantía de que tus esfuerzos serán recompensados, una relación se caracteriza por ser perpetuamente incierta. No hay nada que realmente pueda impedir que la otra persona haga uso de su voluntad y no deberías intentar descubrir o desarrollar alguna.
Debes tener esperanza porque es una forma viable de hacer que la relación dure lo suficiente como para que puedas acumular experiencias con la otra persona. Dudar abiertamente de tu contraparte, especialmente si no existen consecuencias negativas a su interacción, despertará sospechas. Actuar como si ocultaramos algo, aun cuando no sea verdad, dará la impresión de que lo hacemos.
Incluso las personas más sanas, seguras de sí mismas y confiadas se agotarán con el cuestionamiento incesante, ya que cada duda requiere una respuesta y cada respuesta requiere energía.
Las dudas son buenas, pero lanzarlas sin cuidado a alguien es desconsiderado.
Después del período de descubrimiento inicial, la esperanza ya no es tan necesaria y puedes sustituirla por confianza; la creencia en su contraparte respaldada por evidencia.
Conclusión.
Las relaciones interpersonales son muy complejas. Al igual que un compuesto químico cuando se juntan dos o más elementos, el producto puede no tener ninguna de las características de los reactivos originales, nosotros funcionamos igual.
En ausencia de experiencia no puedes saber cómo o si tu relación con otra persona va a cambiar tu vida. Lo contrario también es cierto: no sabes lo que la ausencia de alguien hará en tu vida. Hay veces que la presencia de alguien no importa, otras veces cambiará tu vida para mejor, mientras que en otras la hará miserable.
Dejar ir a alguien se siente muy arriesgado, pero es un miedo que necesita ser superado. Quedarnos con alguien que no nos conviene es un vicio que puede ser consecuencia de inseguridad y falta de amor propio.
Cualquiera que sea tu decisión, recuerda que hay más personas en el mundo de las que te puedes imaginar. Incluso si algo sale mal con alguien, siempre existe la oportunidad de aprender de nuestros errores y tratar de ser mejores para la siguiente persona.
Te deseo la mejor de las suertes.
Sin nada más que decir, adiós!
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Foto de Jan Tinneberg en Unsplash
Muy bien explicado 🙂
Excelente, de mucha ayuda
SEBASTIÁN DATE CUENTAAA😾
Me encanto tu artículo, es una bonita forma de ver las relaciones